España es “una auténtica vergüenza” en lo que a impagos
se refiere.
El arte del buen comerciante está más en lograr que le paguen que en vender, porque para los españoles “lo penúltimo es morirse, lo último pagar”, como reza el refrán.
Creo que va a haber mucha más morosidad en 2008 que en 2007. Y 2009 será todavía peor. Serán los años del boom de la deuda. Estamos ya en el principio del maremoto; se avecina un auténtico tsunami de impagos. Se podrían superar, incluso, las tasas que se alcanzaron en 1993. Hay dos galaxias en la morosidad: la empresarial y la particular; no hay que mezclarlas porque los orígenes son muy diferentes.
Desde la explosión de la crisis subprime estadounidense, hay empresas a las que les ha subido un 30% las devoluciones bancarias, y constructoras a las que se les ha multiplicado por 10 el número de impagados que les entran por semana.
Estrictamente, un moroso no es la persona que no paga, sino la que lo hace tarde. Debemos calcula que por cada mes que se retrasa, a alguien que debe 10.000 euros le repercute un beneficio de 50 euros. Si aguantase un año sin liquidar el adeudo, la ganancia se alzaría hasta los 600 euros.
Morosos profesionales
El problema de España es que existe un moroso profesional, que vive sin pagar a nadie nunca. Es el descendiente del pícaro del siglo XVI. Y los españoles nos ponemos de su parte porque desde pequeños se nos ha mostrado una imagen divertida del deudor, desde los tebeos de 13 Rue del Percebe [con el moroso Manolo, que vivía en el ático y que no le abría la puerta a nadie para evitar pagar] hasta las series de televisión protagonizadas por Arturo Fernández en las que el protagonista triunfa porque no paga.
El impago es un mal endémico en España que ya forma parte de la cultura popular del país tanto como la tortilla de patatas o el jamón.
Según los datos de la Comisión Europea, en la UE el retraso en el pago se debe a la intencionalidad del moroso en un 35% de los casos. En España la cifra se dispara hasta el 65%. Somos una vergüenza a nivel de impagados. Peleamos en la liga de Grecia y Portugal, y no en la de Francia o Alemania. Hace falta más voluntad política.
Cerca de dos millones de españoles figuran en las listas de morosidad, aunque creo que hay alrededor de 10 millones. Por si fuera poco, España exporta morosos: “Puedes empapelar Madrid o Barcelona con cheques sin fondo, que no te va a pasar nada. En España es muy fácil deber”, creencia popular.
Una ley en vano
Además, mucha gente ha estirado más el brazo que la manga. Nadie debería estar endeudado más del 30% de su renta. El esfuerzo que las familias han de destinar al pago de la vivienda se ha disparado desde el 33% al 46% en los últimos cuatro años.
Hace tres años entró en vigor la Ley 3/2004 de lucha contra la morosidad, que ha tenido una repercusión escasa: “Sólo el 1% de las empresas aplica todas las cláusulas de la ley”. Dicha norma es la transposición de una directiva europea que aquí se ha descafeinado. Y encima fuimos morosos al hacerlo, lo hicimos tarde. Eso ya sí que es el colmo.
Con los morosos, más pico que látigo.