La
coincidencia entre PSOE y PP chirría todavía más, sobre todo en una
Andalucía espiritualmente dividida entre terratenientes y
proletarios, sobre todo cuando se refiere a los sentimientos que uno de
los líderes en liza, Juan Ignacio Zoido, inspira entre amigos y
enemigos. Pero ocurre. El PP se aferra al divino dedo designador de
Javier Arenas, un hábito muy enraizado en la derecha, como demostró
Aznar con Rajoy; la Junta y José Antonio Griñán también.
Arenas es perro viejo. Su habilidad ha quedado frecuentemente
constatada: fue ministro en la época dorada del PP, accedió con aparente
desgana a
centrarse en la cosa autonómica justo donde a su partido siempre le fue
peor, masticó mal su victoria minima del 25 de marzo de 2012 y tuvo a mano el teléfono rojo para
quitarse de en medio y volver a la capital, a Génova, a la pasarela
mediática sin aparentes manchas en el expediente.
Zoido es bien distinto. El traje de mosquetero le queda grande. Las
líneas de su oposición son frágiles, difusas, irregulares. Dispone de un
enorme arsenal en el terreno de las cifras, pero es incapaz de
utilizarlo con constancia y efectividad. El problema de un Parlamento es
que tarde o temprano emerge la lupa de la retórica, del afilado manejo
de las palabras, de esos intangibles que condenan
al gris, al atropellado o al tecnócrata. Fíjense en el material
expuesto: la Administración paralela de la Junta (de la que nada ha
vuelto a saberse); el monumental escándalo de los ERE (1.400 millones,
según las cuentas del PP); Invercaria; el déficit (aquí todos fallan);
un desempleo de récord…
Griñán ha querido manejar su ventaja sin despistarse. Pero el
socialismo, antes con la boca pequeña y ahora sin complejos, proclama su
fortuna por contar en la bancada contraria con el alcalde de Sevilla.
“Es un regalo que Dios nos da cada mañana”, afirmaba el pasado viernes
Mario Jiménez. Malo para el país, malo para el PSOE y pésimo para
Griñán. Porque los grandes estadistas, suponiendo que el presidente lo
sea, precisan de grandes Némesis. Porque la derrota envenena más cuando
no se la espera.
La ruta que el socialismo andaluz dibuja tampoco está clara. A veces
por fantasías periodísticas y otras por ambigüedades más o menos
calculadas, Griñán se deja querer para empresas mayores. A punto de
cumplir 67 años, no parece que la mejor baza del PSOE matriz para
recobrar metros de respaldo en las urnas pase por recurrir a un veterano
Griñán en lugar de otro veterano Rubalcaba, aunque Fraga y su Xunta
desmientan esta línea de pensamiento. Si, por el contrario, su futuro
está en las Cinco Llagas, necesitará alicientes. Arenas era muy bueno
tocándole las narices. Zoido apenas le arranca sonrisas de superioridad.
Y aquí llega la paradoja: ¿se imaginan que ocurra precisamente eso,
que Griñán se apague de aburrimiento, que se sienta viejo, que ceda al
empuje indisimulado de Susana Díaz? Entonces Juan Ignacio Zoido se
relevaría como lo contrario de lo que parece: un estratega exquisito, de
primera línea, un hombre con la inteligencia necesaria para inocular la
inestabilidad en el taifato socialista desde su careta de boy scout, un
halcón con plenas posibilidades de asaltar al fin el Palacio de San
Telmo.
Cabe por último un escenario inédito. Podría ocurrir que conforme
avance la legislatura, el propio PP-A, a instancias quizás del mismo
Zoido, sopese la posibilidad de encomendarse a un nuevo tutor. Arenas se
fue con la cama sin hacer, y su sucesor nunca ha ocultado que se siente
ante todo alcalde.
No se trata únicamente de un problema de pericia, o de carisma, o de
esgrima dialéctica, o de vocación. Se trata de todos esos factores en
concurrencia, más el añadido de una presunción dañina: efectivamente,
existe más materia prima que nunca para desbaratar el dominio con
muletas (IU) del PSOE-A. Conviene recordar, no obstante, que Arenas ya
gozó de los misiles de los ERE, ya los utilizó, ya los detonó en el
Mamaev Kurgan de la Junta, ya transmitió al pueblo andaluz el saqueo. Y
el PP ganó por 50 escaños a 47, lejos de la mayoría absoluta y del
trono. Que nadie le pida peras a Zoido.