25 enero 2025

Cartas al viento

 CARTAS AL VIENTO

No soy politóloga, ni periodista y desde mi perspectiva extranjera, no alcanzo a entender la situación política estadounidense del todo. Pero sí puedo analizar cómo me siento ahora mismo. La primera vez que Trump fue elegido presidente, vivía en Ciudad de México con una beca de la Unión Europea. Un año después me mudé a Nebraska, en el corazón de un país que comenzaba a cerrarse sobre sí mismo. Una amiga de Texas me advirtió: “Not a good time” (no es un buen momento). No se equivocó. Allí escuché frases como: “This is America, we speak English” (aquí estamos en EE UU, se habla inglés) mientras pedía un café en español. Me pregunto si desde entonces ha habido algún good time. Hoy vivo en Nueva York, una burbuja azul en un océano rojo. En noviembre, Trump fue reelegido presidente y este lunes —coincidiendo nada menos que con el Día Nacional de Martin Luther King, Jr., inauguró su presidencia, rodeado de oligarcas. Mientras, en mi parada de metro, 13 personas duermen resguardándose del frío. El otro día un estadounidense me pidió perdón por su país.

Paula Martín Rivero. Nueva York

 

Es una paradoja que los tecnocapitalistas y los cryptobros se crean el pináculo de la civilización. Sin embargo, Trump ha regresado a la Casa Blanca creyéndose el salvador del mundo, y lo hace de la mano de las redes sociales. Tanto el magnate, como los dueños de esas plataformas, han decidido que la libertad es el “todo vale”, que es tan lícito pensar que la homosexualidad es una enfermedad como que una inyección de lejía puede curar la Covid. Mienten, manipulan, e incitan al odio para conseguir sus objetivos privados. Una sociedad constituida por miembros que sólo piensan en su beneficio individual no es civilizada, es una selva. Una selva que se extiende y la pregunta es evidente: ¿cómo defendemos una sociedad civilizada cuando gobiernan los bárbaros?

Borja Rivero Ferreras. París

 

¿Por qué hay que aguantar las arbitrariedades, incompetencia y el maltrato de los bancos? Mi madre tiene 95 años. La semana pasada fui con ella a una sucursal de su banco. Nos hicieron firmar unos papeles. Todo estaba en orden. Una semana después, han bloqueado su cuenta. La razón: mi madre tiene que demostrar que es pensionista. Todos los meses la Seguridad Social le ingresa la pensión en su cuenta bancaria. ¿Qué más quieren para demostrar que es pensionista? Resultado: no va a recibir su pensión este mes, se van a devolver varios recibos y ella se llevará un disgusto. Y los bancos siguen sangrándonos por tener depositado nuestro dinero.

Miguel Ángel González. Madrid