03 abril 2013

Al cabo de quince meses...

Al cabo de quince meses desde las últimas elecciones generales, en las que el PP obtuvo casi once millones de votos, más del 44% de los sufragios y en consecuencia una mayoría absolutísima que le ha permitido hacer cuanto se le ha antojado sin que lo alterara ninguna voz discrepante, uno se pregunta cómo se sentirán esos ciudadanos que le dieron carta libre. Pero me da que estas sospechas de corrupción generalizada serán lo de menos para la mayoría. Habrá quienes digan: “Vaya novedad, ¿y qué esperaban? La sociedad entera no le hace ascos a un dinero extra, con excepciones. En todos los partidos habrá prácticas parecidas, como en tantas empresas, fábricas, comercios. Y aquí le parece ético a todo el mundo robar música, películas, libros, desde sus ordenadores”. Habrá otros, más cínicos o fanáticos, que encontrarán “necesarios” los sobresueldos porque los habrían cobrado los suyos, mientras que los juzgarían vil codicia si los hubieran percibido otros. Y también los habrá escandalizados y asqueados, como lo estuvieron numerosos votantes socialistas ante la corrupción del PSOE en los años noventa. Sea como sea, quién sabe cuántos de aquellos once millones deben de estar pensando: “Qué tonto fui”, cada mañana. Pero no por Bárcenas y sus aparentes revelaciones.

Son las personas que en catorce meses han visto cómo el Gobierno del PP ha incumplido todas y cada una de sus promesas electorales: cómo ha hecho una reforma laboral que deja los puestos de trabajo en precario, se pueden perder cualquier día sin apenas coste para el empresario; cómo eso ha añadido, sólo en 2012, más de medio millón de parados nuevos; cómo han bajado los salarios y la capacidad adquisitiva de la población en pleno; cómo se han subido a lo bestia el IVA y el IRPF que se había jurado dejar intactos; cómo las pensiones se han visto mermadas, los “dependientes” abandonados, la sanidad privatizada y encarecida, las medicinas bipagadas; la cultura despreciada y hostigada, la educación empeorada y con las tasas por las nubes; cómo, en cambio, a la Iglesia no se le ha rebañado un euro mientras sus jerarcas callan ante la penuria de tantas familias; cómo, tras el abusivo incremento del IVA, cada vez hay más gente desesperada que no lo aplica, y así se extienden la economía sumergida y el dinero negro; cómo el Gobierno se ha ganado la enemistad de médicos, sanitarios, jueces, profesores, comerciantes, gente de orden en principio. De esos once millones, muchos votaron sin duda al PP con la encomienda de que nos aliviara la crisis, y se la encuentran ahora agravada y afectándolos a ellos directamente, en sus carnes; descubren que están aún peor que con Zapatero. Ven que se desmantela a toda prisa el llamado Estado de bienestar, con el pretexto de la coyuntura económica. Que los ciudadanos quedan desprotegidos y que sus impuestos se emplean en rescatar a la banca que aun así se niega a conceder créditos a particulares, empresas y tiendas, asfixiándolos. Ven que el consumo baja y baja, y que al Gobierno, extrañamente, le trae sin cuidado. Ven que sus altos cargos y asesores no se aplican las rebajas, mientras los jóvenes emigran. Me pregunto cuántos de esos once millones están totalmente arrepentidos de haber pres­­tado su voto a quienes se lo prestaron, tras creer en sus promesas falsas. Cuántos no se levantan ya cada mañana diciéndose amargamente: “Qué tonto fui, pero qué tonto”.

02 abril 2013

La coincidencia entre PSOE y PP

La coincidencia entre PSOE y PP chirría todavía más, sobre todo en una Andalucía espiritualmente dividida entre terratenientes y proletarios, sobre todo cuando se refiere a los sentimientos que uno de los líderes en liza, Juan Ignacio Zoido, inspira entre amigos y enemigos. Pero ocurre. El PP se aferra al divino dedo designador de Javier Arenas, un hábito muy enraizado en la derecha, como demostró Aznar con Rajoy; la Junta y José Antonio Griñán también.

Arenas es perro viejo. Su habilidad ha quedado frecuentemente constatada: fue ministro en la época dorada del PP, accedió con aparente desgana a centrarse en la cosa autonómica justo donde a su partido siempre le fue peor, masticó mal su victoria minima del 25 de marzo de 2012 y tuvo a mano el teléfono rojo para quitarse de en medio y volver a la capital, a Génova, a la pasarela mediática sin aparentes manchas en el expediente.

Zoido es bien distinto. El traje de mosquetero le queda grande. Las líneas de su oposición son frágiles, difusas, irregulares. Dispone de un enorme arsenal en el terreno de las cifras, pero es incapaz de utilizarlo con constancia y efectividad. El problema de un Parlamento es que tarde o temprano emerge la lupa de la retórica, del afilado manejo de las palabras, de esos intangibles que condenan al gris, al atropellado o al tecnócrata. Fíjense en el material expuesto: la Administración paralela de la Junta (de la que nada ha vuelto a saberse); el monumental escándalo de los ERE (1.400 millones, según las cuentas del PP); Invercaria; el déficit (aquí todos fallan); un desempleo de récord…

Griñán ha querido manejar su ventaja sin despistarse. Pero el socialismo, antes con la boca pequeña y ahora sin complejos, proclama su fortuna por contar en la bancada contraria con el alcalde de Sevilla. “Es un regalo que Dios nos da cada mañana”, afirmaba el pasado viernes Mario Jiménez. Malo para el país, malo para el PSOE y pésimo para Griñán. Porque los grandes estadistas, suponiendo que el presidente lo sea, precisan de grandes Némesis. Porque la derrota envenena más cuando no se la espera.

La ruta que el socialismo andaluz dibuja tampoco está clara. A veces por fantasías periodísticas y otras por ambigüedades más o menos calculadas, Griñán se deja querer para empresas mayores. A punto de cumplir 67 años, no parece que la mejor baza del PSOE matriz para recobrar metros de respaldo en las urnas pase por recurrir a un veterano Griñán en lugar de otro veterano Rubalcaba, aunque Fraga y su Xunta desmientan esta línea de pensamiento. Si, por el contrario, su futuro está en las Cinco Llagas, necesitará alicientes. Arenas era muy bueno tocándole las narices. Zoido apenas le arranca sonrisas de superioridad.

Y aquí llega la paradoja: ¿se imaginan que ocurra precisamente eso, que Griñán se apague de aburrimiento, que se sienta viejo, que ceda al empuje indisimulado de Susana Díaz? Entonces Juan Ignacio Zoido se relevaría como lo contrario de lo que parece: un estratega exquisito, de primera línea, un hombre con la inteligencia necesaria para inocular la inestabilidad en el taifato socialista desde su careta de boy scout, un halcón con plenas posibilidades de asaltar al fin el Palacio de San Telmo.

Cabe por último un escenario inédito. Podría ocurrir que conforme avance la legislatura, el propio PP-A, a instancias quizás del mismo Zoido, sopese la posibilidad de encomendarse a un nuevo tutor. Arenas se fue con la cama sin hacer, y su sucesor nunca ha ocultado que se siente ante todo alcalde.

No se trata únicamente de un problema de pericia, o de carisma, o de esgrima dialéctica, o de vocación. Se trata de todos esos factores en concurrencia, más el añadido de una presunción dañina: efectivamente, existe más materia prima que nunca para desbaratar el dominio con muletas (IU) del PSOE-A. Conviene recordar, no obstante, que Arenas ya gozó de los misiles de los ERE, ya los utilizó, ya los detonó en el Mamaev Kurgan de la Junta, ya transmitió al pueblo andaluz el saqueo. Y el PP ganó por 50 escaños a 47, lejos de la mayoría absoluta y del trono. Que nadie le pida peras a Zoido.

Le puede pasar a cualquiera

¿Quién no ha tenido un amigo narcotraficante con el que se iba de juerga en su yate? ¿Quién no ha heredado una fortuna en Suiza y se ha olvidado de declararla? ¿A quién no le ha pasado que aparezca un Jaguar gratis en el garaje, o que un desconocido generoso le regale bolsos, joyas, fiestas y viajes?

¿Quién no ha recibido del partido abultados sobres con efectivo, o donativos anónimos de constructores filántropos, o ambas cosas al mismo tiempo? ¿A quién no le han despedido alguna vez de forma simulada, fraccionada y en diferido? ¿De verdad nunca os han pagado un cuarto de millón de euros al año por no hacer nada de nada, salvo estar callado?

¿Quién no se ha metido por la nariz el dinero de los parados andaluces? ¿De verdad nunca os habéis inventado una escritora imaginaria para cobrar artículos de una fundación sin hacer nada? ¿Quién no ha se ha llevado crudas varias dietas por duplicado en una mañana de reuniones en la Caja? ¿Quién no ha acumulado tres salarios públicos en un mismo año? ¿Quién no se ha subido el sueldo en plena crisis?

¿Quién no llama directamente al Poder Judicial cuando tiene un problemilla en un juzgado? ¿Quién no se salta las normas alguna vez para hacer un favorcillo a los amigos? ¿Qué familia no tiene un yerno un poco libertino que roba unos míseros millones de euros a las administraciones públicas? ¿A quién no le han indultado alguna vez por delitos de torturas, o de cohecho, o de homicidio imprudente, o de alzamiento de bienes, o de prevaricación, o de narcotráfico? ¿Quién no tiene el dinero en un paraíso fiscal o ha recurrido a la amnistía para blanquear unos ahorrillos?

Si es que os escandalizáis por nada.

01 abril 2013

Mis ultimas lecturas

Un excelente  thriller
 

Sinopsis 
1959. En un caluroso día de verano, mientras su familia se va de picnic al arroyo de su granja en Suffolk, la adolescente Laurel se esconde en la casa del árbol de su infancia, fantaseando con un muchacho llamado Billy, una huida a Londres y un futuro grandioso que aguarda con impaciencia. Sin embargo, antes de que esa tarde idílica toque a su fin, Laurel presenciará un crimen aterrador que lo cambiará todo. 2011. Siendo ya una actriz célebre, Laurel se ve abrumada por las sombras de su pasado. Acechada por los recuerdos y el misterio de lo que vio ese día, vuelve al hogar familiar y comienza a desenmarañar cada rincón de su memoria en busca de aquella historia. Una historia de tres desconocidos procedentes de mundos muy diferentes (Dorothy, Vivien y Jimmy) que coinciden en el Londres de los años de la Segunda Guerra Mundial y cuyas vidas quedarán unidas de forma funesta e inexorable. Alternando los años treinta, los cincuenta y el presente, El cumpleaños secreto es un relato fascinante de misterios y secretos, teatro y farsa, de un asesinato y de un amor imperecedero.

Feijóo y el contrabandista. Lo que faltaba

 

Fueron amigos durante unos años, y uno acabó al frente del Gobierno gallego y el otro en la cárcel por narcotráfico. El presidente de la Xunta, mantuvo a mediados de los años noventa, mientras ocupaba altos cargos en los Gobiernos gallego y central, una estrecha amistad con el contrabandista Marcial Dorado Baúlde. Entonces Dorado ya era muy conocido por sus actividades como uno de los jefes del contrabando de tabaco en Galicia, y Feijóo ocupaba destacados puestos en la Administración sanitaria, primero en la autonómica y luego en la estatal. La relación incluyó invitaciones a Feijóo a la casa y al barco de Dorado, además de viajes que realizaron juntos.
En aquella época el contrabandista había sido detenido dos veces: en 1983, en la primera gran redada contra el negocio ilegal del tabaco en las Rías Baixas, y en 1990, por orden del juez Baltasar Garzón, dentro de la Operación Nécora, Dorado fue arrestado por narcotráfico y ahora mismo se encuentra en la cárcel cumpliendo una condena a 14 años.

Cuando conoció al contrabandista, Feijóo tenía 34 años, vivía en Santiago y era el número dos de la Consejería de Sanidad. Su amistad con Dorado se mantuvo unos meses después de la marcha del actual presidente gallego a Madrid, reclutado por el propio Romay para dirigir el desaparecido Insalud. El entonces prometedor alto cargo empezó a acompañar a Cruz en sus asiduas visitas a la espléndida mansión de Dorado en la Isla de Arousa (Pontevedra), donde se celebraban comidas y reuniones a las que asistía personal de confianza del contrabandista, incluso algunos mandos uniformados.
 
La amistad entre el político y el contrabandista se fue estrechando. Entre 1995 y 1998, Feijóo acudió durante los veranos a otra casa que Dorado tenía en Baiona, cerca de Vigo. En estas escapadas no faltaba el paseo a bordo del yate que el empresario tabaquero tenía atracado en el Club Náutico de esta localidad turística. La afición de Dorado por los barcos de recreo llevó a Feijóo a pasear a bordo de uno de los yates. Esta embarcación sería intervenida años después en una operación contra el blanqueo de dinero, tras la detención de Dorado en relación con un cargamento de seis toneladas de cocaína, en octubre de 2003.


 El contrabandista Marcial Dorado Baúlde (izquierda) y Alberto Núñez Feijóo, en un barco del primero en el verano de 1995, entre Baiona y las islas Cíes, en la ría de Vigo.

Feijóo también fue con Dorado a Portugal, donde este tenía negocios, y a Andorra. El Principado era entonces uno de los destinos frecuentes de los contrabandistas para evadir dinero. 

Feijóo explica que empezó a tratar a Dorado, en torno a 1995, con quien había trabado amistad en la Xunta. Su relación, asegura, se limitó al ámbito personal en reuniones en su tiempo de ocio en las que participaban más amigos. Reconoce que estuvo en su barco, en su casa y que al menos hizo un viaje con él, aunque insiste en que siempre había más amigos presentes. El presidente de la Xunta niega tajantemente que tuviera cualquier tipo de lazo económico con Dorado ni que estuviera al tanto de sus negocios ni que su relación con él hubiese tenido la menor influencia en sus decisiones como cargo público.
En aquel momento confió en la palabra de los amigos comunes, que le aseguraron que Dorado ya no se dedicaba al contrabando de tabaco. Y resalta que, cuando se produjeron los hechos, tampoco había ningún procedimiento judicial abierto contra él. Hacia 1997, en cuanto tuvo noticia de que la Audiencia Nacional había abierto una investigación a Dorado por una supuesta operación de contrabando, el presidente gallego afirma que cortó toda la relación con él y que desde entonces ni se han vuelto a ver ni han hablado nunca.

Esta es la noticia, espero acontecimientos.... y daré opinión