Que sí, que no, que caiga una pensión

Sólo el 11% de los adultos creen ahora que la salida de la Unión Europea ha sido un éxito mientras el país sufre los obstáculos de la autoimpuesta frontera para comprar tomates, fichar futbolistas o vender sandwiches en sus supermercados fuera de la isla.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha cifrado en siete millones de euros el montante que le ha costado asumir el descuento del transporte que el Gobierno dejó de sufragar durante una semana, tras rechazar el Congreso de los Diputados el decreto ómnibus que contemplaba esta ayuda. De este modo, esa es la cantidad que, tal y como avanzó el portavoz del Gobierno madrileño hace un par de días, Miguel Ángel García Martín, van a reclamar desde la Comunidad de Madrid a Pedro Sánchez.
Las comparaciones son odiosas. Frente a un Pedro Sánchez que modificó los planes de la habitual rueda de prensa tras el Consejo de Ministros para comparecer él mismo y anunciar el nuevo decreto para la supervivencia del escudo social, el Partido Popular ha optado por una estrategia de casi ocultación. Esta tarde publicaba que votarían SI al nuevo articulado, una decisión que rebatía en la práctica las premisas que han defendido durante toda esta última semana para excusar su negativa.
La primera victoria consiste en que el Supremo ha dictaminado que el nombramiento de Alvaro García-Ortiz como fiscal general del Estado fue correcto. Niega a la asociación de fiscales conservadores la petición de anularlo. Alega que García Ortiz era y es apto y que ha cumplido sus funciones, aunque deja ver que el personaje le disgusta, pero claro, la Justicia no es cuestión de gustos, sino de normas. Así que ahora veremos la otra asignatura pendiente. Si el juez instructor le procesa o no, por presunta filtración de unos datos del defraudador confeso y novio de Isabel Díaz Ayuso, González Amador: datos que ya habían sido filtrados antes de conocerlos el fiscal. Será en las próximas horas. Será importante ver su reacción sobre esta acusación infundada.
Una de las excusas que ha esgrimido el PP para rechazar el decreto ómnibus que, entre otras medidas, incluía la subida de las pensiones y las ayudas a los afectados por la DANA de Valencia, es que ese decreto también incluía la devolución por parte del Gobierno de un palacete en París al PNV.
¿Cómo puede Feijóo votar en contra de mantener los bonos gratuitos al transporte público; en contra de más ayudas para las familias afectadas por la DANA en Valencia; en contra de destinar 10.000 millones a las comunidades para sanidad o educación y sobre todo, en contra de mejorar las pensiones para doce millones de pensionistas? Solo desde el odio más enfermizo, desde el deseo de hacer daño a conciencia o desde el desprecio más absoluto a la ciudadanía se puede hacer algo así.
Que el PP diga ahora que va a pedir firmas para que Sánchez revalorice las pensiones que ellos han impedido revalorizar, o que Junts nos jure ahora que si solo son las pensiones cuenten con su voto después de decirnos que o susto o muerte, demuestran hasta qué punto los cazadores empiezan a sentirse presas.
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Esteban González Pons |
Es falso que lo impredecible mueva la historia: los romanos de Valentia podían no saber quiénes eran los hunos o los godos, pero más allá del limes ambos pueblos hervían cerca del punto de ebullición. Lo histórico sigue una secuencia causal, otra cosa es que le prestemos atención. Por ejemplo, hoy, el envejecimiento de Occidente, la crisis climática, la deshumanización tecnológica o la brecha sanitaria entre ricos y pobres están cerca de cambiarnos el universo, pero nosotros sólo vemos a Trump, que es síntoma y no motor de lo que sucede. Arranca la edad poseuropea, pero no por él, hace ya mucho que los defensores del Estado de derecho estamos mudos, mirando al surfista sin ver la ola.
Dar soluciones a los problemas que afectan a los ciudadanos es el gran reto de todos los partidos democráticos. Sin embargo, esta función primordial de las organizaciones políticas se está viendo seriamente obstaculizada en España por la falta de una mayoría parlamentaria sólida en las Cortes, fenómeno que se repite en numerosos países de la Unión Europea. Esta ausencia de una mayoría estable obedece no solamente a la fragmentación parlamentaria resultante de las ultimas elecciones del 2023, sino también, en buena medida, a la actitud demagoga e irresponsable de Junts, incapaz de entender que frente a la legítima defensa de sus postulados políticos hay una mayoría social en España y en Cataluña que demanda acuerdos en las instituciones para dar soluciones realistas a los problemas.
Dijo que le gustaría ser dictador por un día y se está comportando conforme a esa aspiración. En su primera semana en la Casa Blanca, Donald Trump ha mostrado que se dispone a desafiar desde la presidencia todas las instituciones, sociales y económicas de Estados Unidos para llevar adelante un programa que, de concretarse, cambiará por completo ese país y su relación con el mundo. Trump ha firmado al menos 50 decretos presidenciales en los primeros cinco días desde que tomó posesión el día 20 anunciando que comenzaba “la nueva edad de oro de América”. Firmo unos doscientos en todo su primer mandato.
No soy politóloga, ni periodista y desde mi perspectiva extranjera, no alcanzo a entender la situación política estadounidense del todo. Pero sí puedo analizar cómo me siento ahora mismo. La primera vez que Trump fue elegido presidente, vivía en Ciudad de México con una beca de la Unión Europea. Un año después me mudé a Nebraska, en el corazón de un país que comenzaba a cerrarse sobre sí mismo. Una amiga de Texas me advirtió: “Not a good time” (no es un buen momento). No se equivocó. Allí escuché frases como: “This is America, we speak English” (aquí estamos en EE UU, se habla inglés) mientras pedía un café en español. Me pregunto si desde entonces ha habido algún good time. Hoy vivo en Nueva York, una burbuja azul en un océano rojo. En noviembre, Trump fue reelegido presidente y este lunes —coincidiendo nada menos que con el Día Nacional de Martin Luther King, Jr., inauguró su presidencia, rodeado de oligarcas. Mientras, en mi parada de metro, 13 personas duermen resguardándose del frío. El otro día un estadounidense me pidió perdón por su país.
Paula Martín Rivero. Nueva York
Donald Trump juró ayer por segunda vez preservar, proteger y defender una Constitución, la de Estados Unidos, que vulneró hace cuatro años cuando el mismo Capitolio donde se celebró su nueva toma de posesión fue asaltado por sus partidarios con la pretensión de negar el resultado de las urnas y evitar la alternancia democrática.
El próximo miércoles 29 de Enero, si nada lo impide tendré una comida con un antiguo compañero de la Caixa, Antonio Ramos Romero. Dicho acontecimiento me ha hecho reflexionar de algunas ideas que tengo sobre mi vida personal y profesional.