En las últimas semanas se han producido una serie de noticias que
parecían apuntar a un cambio de tendencia en determinadas resoluciones
judiciales, que iban en contra de los intereses del sistema financiero.
Me refiero a la sentencia del Tribunal de la UE sobre las ejecuciones hipotecarias; la sentencia del Tribunal Supremo sobre el suelo de las hipotecas o la iniciativa legislativa popular sobre la dación en pago.
Pero pasada la euforia inicial, y después de analizar con
detenimiento las mencionadas sentencias y ver cómo empieza a pasarse la
podadora por la iniciativa legislativa popular, observo que, en
realidad, los cambios que se producirán son bastante suaves en el
sentido de que todo cambie para que todo siga igual y, aún en aras de
ser polémico, debo decir que, afortunadamente.
Me explicaré, antes de ser objeto de las iras de muchos blogeros. El sector financiero, como muchos otros, ha cometido
excesos inconfesables por los que debe rendir cuentas, y un hecho muy
llamativo es que, después de todo lo acaecido en este país, los únicos
banqueros procesados lo han sido por la percepción de planes de pensiones excesivos pero no por malas prácticas bancarias.
Pero tales malas prácticas tampoco justifican poner en cuestión todo el
sistema financiero cambiando sin más, y según se pretende en algunos
casos, con efectos retroactivos, las reglas del juego.
Creo que hay algunas preguntas a la que todos deberíamos responder
antes de maldecir sistemáticamente a todo el sistema financiero y estas
preguntas son: ¿Tengo alguna cuenta corriente en un banco? ¿Dispongo de
alguna tarjeta de crédito? Sin lugar a dudas, en el 99% de los casos,
nuestra respuesta será positiva y, por tanto, el hundimiento del sistema
financiero representaría nuestro propio hundimiento.
Pero quizás sea necesario también hacer un acto de contrición
global, ya que, cuando nos ofrecían y ofreciamos hipotecas al 110% y 120% del valor de la vivienda tasada o productos financieros de los que no entendíamos nada, tambien los bancarios, pero nos daban el doble de la rentabilidad del mercado, no hacíamos
ninguna pegunta indiscreta, no fuese que no nos lo fuesen a dar.
Lo que ha dicho la
sentencia del Tribunal de Justicia de la UE es que hay que cambiar las
normas españolas de ejecución hipotecaria, pero no ha dicho cómo, y en
el caso de la iniciativa legislativa popular, no hay duda de que lo que
salga del Congreso tendrá cambios importantes con relación a la
propuesta inicial, a pesar de los infumables actos de escarnio y
persecución pública que están efectuando los promotores de la medida
contra los políticos que no comulgan con sus postulados.
Indudablemente, las normas se cambiarán, y la dación en pago llegará a
nuestro ordenamiento pero no con efectos retroactivos, salvo en
contadas excepciones de situaciones sociales límite y, de nuevo, los que
perderemos seremos nosotros, como ya está ocurriendo ahora que los
bancos, en las escasas hipotecas que dan, han vuelto a la sabia política
de no dar más del 70% del valor de tasación. Cuando se imponga la tan
aplaudida medida de la dación en pago, me temo que será difícil ver
hipotecas que superen el 50% del valor de tasación, con lo que
volveremos a los tiempos en que, para adquirir una vivienda, debíamos
ahorrar durante largos años para pagar la entrada. Que nadie espere que
la banca asuma ningún riesgo de quedarse inmuebles infravalorados; no es
su cometido.
Para terminar, hay una pregunta que creo que todos deberíamos
hacernos. ¿Si un día el presidente del banco en que tenemos los ahorros
de toda la vida dijese que ha entendido el grave problema social de la
vivienda y que todos aquellos de sus hipotecados que lo deseen pueden
liquidar su deuda inmediatamente mediante una dación en pago de los
inmuebles que adquirieron a pecios mayores que los actuales de mercado,
cuál sería nuestra reacción? No lo duden, sacar inmediatamente nuestro
dinero de este banco.